#47 — Serendipias x 2 (o algo así)

  1. cuerpos que andan diciendo
    Obsesionado por los tatuajes de los presos, el comisario francés Jacques Delarue empezó una investigación para tratar de entender qué había detrás de algunos dibujos y expresiones que se repetían tanto.
    Con todos los contactos a su favor, y creyendo que tan solo encontraría respuestas más bien literales y ahí acabaría el asunto, terminó dando con un tesoro: una colección de retratos de detenidos que pasaron por el Regimiento de Infantería de África entre 1890 y 1930, todos fotografiados por las autoridades francesas de ese momento.
    La colección llegó hace unos años a las manos de Jérôme Pierrat y Eric Guillon, que no dudaron en convertirla en un libro, Mauvais garçons (Ed. La Manufacture de Livres, 2013).
    Como en Francia los tatuajes estaban asociados a “los chicos malos”, durante varias décadas del siglo XIX y ya entrando en el XX también, el título de la publicación se inspira en una cita del escritor Albert Londres, “poésie de la canaille malheureuse”, que en este caso sería La poesía de los chicos malos (La poésie des mauvais garçons).
    Sin querer hacer de esto algo confesional, los que tenemos tatuajes padecemos dos preguntas a lo largo de nuestra vida: “¿por qué te tatuaste?” y “¿qué significa ese tatuaje?”. Son dos preguntas fallidas por dónde se las mire. ¿Cómo le explicás a alguien que ese tatuaje ya estaba sucediendo en el cuerpo antes de hacértelo? No hay respuesta para satisfacer la necesidad del otro de entender algo que tiene que ver con el grito sagrado de lo carnal, de lo inolvidable, del testimonio y del goce. El cuerpo, entonces, también funciona como manual de supervivencia. El libro lo entiende perfecto, por eso, lejos de ser informativo, aunque en algunos casos sí llega a balbucear una traducción de símbolos, es un documental artístico, y, porqué no, un homenaje a los anónimos de los que no sabemos nada, más allá de lo que podemos rearmar en cuanto al colonizado contexto histórico y más allá de lo que eligieron decir a través de sus cuerpos.

2. el drone menos pensado
El farmacéutico Julius Neubronner usaba palomas mensajeras para recoger recetas y enviar medicamentos.
Si bien en 1900 este parecía ser el método más rápido, a veces las palomas demoraban mucho más de lo estimado, y también llegaban con “sobrepeso”, lo que hacían que su vuelo se volviera más lento. Él sabía que su mayor rendimiento se ajustaba a un envío que no supere los 75 grs. de medicación.
Como Neubronner era aficionado a la fotografía, decidió ponerles una cámara de fotos para saber qué era lo que las distraía en su recorrido y porqué se iban “recargando”.
Sin querer, de esta manera, se convirtió en un pionero de la fotografía aérea.