#32 — Lo nuevo en lo viejo

El Codex Seraphinianus es una especie de enciclopedia visual que parece salida de otro tiempo. Su creador, Luigi Serafini, se sumergió en sí mismo para emerger a través de esta obra inmensa, enorme en cada uno de los pliegues que implica una obra y su respectiva publicación, desarrollando un mundo nuevo y enigmático a través de una lengua propia. ¿O viendo con ojos nuevos nuestro propio mundo? ¿O descomponiendo el mundo que conocemos para reordenar las piezas? ¿O imaginando el mundo originario sin conquistas y en desarrollo de sus magias, tradiciones y ritualismos?
Las más de 360 páginas que lo componen fueron realizadas a lo largo de 2 años y medio, entre 1976 y 1978, tiempo en el que Serafini se mantuvo literalmente encerrado y aislado para poder darle forma.
Dividido en dos secciones y con once capítulos por descubrir, la primera parte oficia de presentación desde lo biológico y anatómico, mientras que en la segunda se mete de lleno a la historia.
Las ilustraciones nos recordarán a los libros del medioevo, sobrecargadas de una imaginación en bruto y una pasión sin condicionamiento. Cada ilustración volcada en el Codex es imposible de clasificarla dentro de los parámetros habituales del arte, pareciera que se hacen carne a través de todos los estilos y que vuelve a un punto climático, renacentista, para poder expresar ese cambalache de ideas y sentidos que es, por demás, sensual, atractivo y sobresaliente.
Por otro lado, el lenguaje volcado y el modo en el que está escrito son objeto de estudio permanente, manteniendo en vilo a los mejores lingüistas del mundo, entre ellos Allan Wechler e Iván Derzhanski. Sin embargo, Luigi Serafini afirmó que no había demasiado por descubrir, que simplemente esa lírica le fue surgiendo como guiada por su espíritu y que, además, le parecía una invitación interesante para que el lector recuperara la experiencia de cómo era estar frente a un texto sin saber leerlo, “como en la infancia”.