#10 — Civilización y barbarie

“Lo muerto, lo desnudo, la tradición, lo antiguo, lo agudo, la perturbación de la belleza” enumera Erik Thor Sandberg (Virginia, 1975) entre sus intereses, y todos quedan a la vista cuando quedamos frente a sus pinturas.
Sus composiciones son un paseo por la pintura flamenca, un guiño renacentista, un pasaje oculto que une al pop con lo figurativo.
“Lástima que no siempre permiten a los niños ver mis obras, porque ellos -en su manera más despojada de mirar y con ideas simples- son los que logran la profundidad que a los adultos les lleva tiempo, si es que llegan. El adulto se distrae frente al desnudo, habla risueño de los genitales, se queda ahí. En cambio, los niños suelen ver la furia, entienden sin saber la razón del desnudo, y en sus preguntas puedo ver como definitivamente encontraron la narrativa”.
Y si algo tienen sus alegóricas piezas es que no escatiman narrativa. Entre reminiscencias boscheanas, Erik encuentra en la fuerza de los detalles la posibilidad de llevar el cuadro a otro nivel, en donde -con obscenidad elegante- el surrealismo y el misticismo coquetean para hablarnos del mundo de hoy. En definitiva, el artista responde a su tiempo, pero también a su naturaleza: “Gran parte de mi obra conecta con la falibilidad y la complejidad humana”.
Falibilidad y complejidad que se nos presentan mayoritariamente en una barbarie natural que busca ser todo el tiempo civilizada, mientras que la civilización enmarca, legitima y mercantiliza su propio salvajismo, o sea, domestica y acompaña la sensación de (r)evolución. Y esa es una historia que conocemos todos.