La de los ojos abiertos

Publicada en Perfil Cultura

“Tanto persigo el sueño que termino vigorizada por la cacería”, ironiza Marina Benjamin a pocas páginas del comienzo de su libro Insomnio (Chai Editora, 2020). A esta breve altura ya habremos notado que su escritura es gozosa, y esa sensualidad nos es convidada en preguntas abiertas, las que nos permitirán tocar los extremos de las noches sin dormir.

Con un uso de la primera persona que no se concentra en su yo, sino que encuentra su materialización en diversas otredades, la escritora inglesa explora historias y leyendas, mitologías y estudios, obras de arte y consumos culturales, vinculaciones e imaginarios para amortiguar esa fuerza indomable que la mantiene con los ojos abiertos durante la noche, lo que inevitablemente la hace perder presencia durante el día.

Lejos de atrincherarse en obviedades freudianas y lacanianas, aunque ambos sobrevuelan las páginas no solo cuando se los cita, también en la manera de leer de la autora, su experiencia insomne logra persuadirse a través de la figura mitológica de Penélope y alcanzará un clímax con las pinturas de Edward Burne-Jones. Para ese momento ya habrán dialogado los insomnios de Roberto Bolaño, Vladimir Nabokov, Proust, Rumi, entre otros. También ya nos habremos sumergido en los cuadros de René Magritte, sobrevivido a las mil y una noches con Sherezade, habremos encontrado el milagro con Thoreau y más razones para culpar al capitalismo y la modernidad.

El gran logro de Marina Benjamin es la composición balsámica, sin ánimos ni tono de autoayuda, de una narrativa entre las formas y los cuerpos que encontramos en la oscuridad cuando los ojos abiertos no se rinden. Una oscuridad que para Occidente siempre se presenta amenazante; como si no fuera por ella que reconocemos cuando hay luz, como si el mismo ver no estuviera colmado de puntos ciegos, lo que hace tan necesario y vital el dormir. Porque es en sueños que vuelven a nosotros las pistas que perdimos durante el día.

El insomnio, entonces, puede configurarse como un exceso de anhelo o un acto de resistencia. Y finalizado el libro, también como lectura de placer.